lunes, 28 de enero de 2013

El sistema político huele a podrido. Y ¿qué hacemos con lo podrido? A la basura. Hay que regenerar una política que ha llegado a ser una pesadilla. Para despertar de ella lo primero es creer que otra política es posible. LA TOMA DE DECISIONES SOBRE LOS PROBLEMAS QUE AFECTAN AL CIUDADANO SE HA DE LLEVAR A CABO DESDE LA CALLE HACIA ARRIBA. Nunca al revés. Si no ocurre así, la política no servirá para solucionar los problemas de la gente, que es para lo que ha de servir, y la denominación política del Estado será absolutamente irrelevante.

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