Una compañera de diálisis me
cuenta que acaban de darle una mala noticia: tienen que implantarle una válvula
en el corazón. Ella es enferma de riñón y páncreas. Por eso, cuando me dice:
“pensaba que, por lo menos, el corazón estaba bien”, rompe a llorar. Me ha impresionado tanto, que apenas si he atinado a decirle un triste “lo siento".
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