lunes, 25 de febrero de 2013


Al lado de Cayo Lara, Julio Anguita resulta, demagogo, resentido y oportunista: pescador en ríos turbulentos. El discurso de Cayo Lara es concreto, con acertada ironía manchega, sin vaguedades de orador con estilo afectado, como Anguita. Cayo Lara nunca hace propuestas para la galería; sus propuestas, no solo son viables, sino absolutamente recomendables. Enérgico cuando tiene que serlo, Lara nunca se muestra prepotente. En el último debate sobre el estado de la nación, le explicó a Rajoy cómo están las cosas, sin aspavientos, poco a poco, como quien sabe que, aunque parezca lo contrario, es tiempo de serenidad constructiva, no de histerismos de revolucionarios de sala de estar. Al final, consecuente, pidió la dimisión de Rajoy. Sinceramente, a mí Cayo Lara me parece un hombre de fiar. ¿Qué otra cosa necesita la política española sino hombres y mujeres de fiar?

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