En España, los siniestros aparatos de los partidos políticos están
controlados por personas que entienden la política como el férreo control sobre
los otros miembros del partido, y de ahí, sobre el resto de la sociedad. Nos
encontramos ante el ordeno y mando, puro y duro; es decir, la toma de decisiones
es de una verticalidad de rascacielos. Las bases del partido quedan lejísimas,
y se suelen dedicar a trabajar de verdad por intentar solucionar los problemas
de sus conciudadanos. A su vez, los que controlan el aparato han sido
bendecidos, previamente, por el poder económico, recibiendo de éste suculentas
prebendas. Pero atención a este detalle: no son víctimas del poder económico; son
cómplices del mismo. Que no es igual, ni mucho menos. Resultando que, al final,
quien manda en España es quien decide qué perfil político se requiere para
llegar a las cúpulas de los partidos, estos es: los bancos, las grandes
aseguradoras, las grandes constructoras, etc. Más tarde, usted y yo elegiremos, tan ingenuamente, en esa pantomima que consiste
en depositar un papel en una urna cada cierto tiempo, a una de esas personas, (previamente
elegidas por del poder económico, repito),
creyendo que estamos eligiendo a nuestros verdaderos representantes…
No hay comentarios:
Publicar un comentario