Esta crisis nos enseña algo fundamental, que en períodos de bonanza
permanece oculto: las entrañas de esta sociedad. Nos enseña que en nuestra
sociedad priman los aspectos económicos, entendidos de la forma más injusta; nos
enseña que el ser humano está supeditado al dinero; nos enseña cómo el ser
humano ha sido reducido a la miserable condición de productor-consumidor. Esta
crisis nos enseña la siniestra planificación que busca anular la dimensión
espiritual que es consustancial a todo
ser humano. Por ello, éste se siente mutilado en lo más íntimo de su ser; sufre
porque esta sociedad le impide desarrollarse plenamente, limitándolo a producir
como un autómata y a consumir como un borrego. ¿Seremos capaces de aprender de estas
enseñanzas para construir una sociedad más humana?
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