viernes, 22 de febrero de 2013


Esta crisis nos enseña algo fundamental, que en períodos de bonanza permanece oculto: las entrañas de esta sociedad. Nos enseña que en nuestra sociedad priman los aspectos económicos, entendidos de la forma más injusta; nos enseña que el ser humano está supeditado al dinero; nos enseña cómo el ser humano ha sido reducido a la miserable condición de productor-consumidor. Esta crisis nos enseña la siniestra planificación que busca anular la dimensión espiritual que es consustancial a todo ser humano. Por ello, éste se siente mutilado en lo más íntimo de su ser; sufre porque esta sociedad le impide desarrollarse plenamente, limitándolo a producir como un autómata y a consumir como un borrego. ¿Seremos capaces de aprender de estas enseñanzas para construir una sociedad más humana?

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