jueves, 21 de febrero de 2013







En septiembre de 1931 Federico García Lorca inauguró la biblioteca de su pueblo, Fuente Vaqueros (Granada). Aquí tenemos un resumen comentado de esta alocución.

“Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. «Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre», piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión. No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros? ¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: «amor, amor», y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida”.
Hoy en día, esta alocución tiene una vigencia que pone de manifiesto dos cosas: la primera confirma que Lorca ya es un clásico, en el sentido de que sus textos hablan a lo más íntimo que hay en el ser humano; y la segunda, que en España continúa siendo fundamental propiciar que todo ser humano consiga satisfacer las dos necesidades que le permiten vivir plenamente: el hambre física y el hambre espiritual; máxime cuando el actual gobierno permite (cuando no es el causante directo) que la pobreza haya vuelto a nuestras calles. Por otra parte, hoy sentimos que cuando Lorca habla del libro como alimento del alma que hay en todo ser humano, está absolutamente vigente. ¿Por qué? Pues porque hoy en día se pisotea con absoluta desfachatez la esencial dimensión espiritual del ser humano, intentando reducir a éste a la condición de un objeto que produce y consume. Un buen libro es la mejor trinchera desde la que batallar contra ese indecente, e insultante, intento de cosificarnos. Tanto en la España de 1931 como en la de ahora, lo humano es seguir caminando con medio pan y un buen libro. Por ello, en la Botica del Libro vamos a llevar a cabo un proyecto que apuesta por la dignidad y la convivencia, consistente en un intercambio solidario, que alimente tanto el cuerpo como el alma. A las personas que ayuden entregando comida, que repartiremos entre las familias más necesitadas, les entregaremos un buen libro. Os esperamos, amigos.

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