A los economistas les ha ocurrido lo que a los políticos (han ido de la
mano), que se han alejado de los ciudadanos. Sus análisis macroeconómicos colocan
a países enteros en el Debe o en el Haber de sus contabilidades asépticas y ajustes criminales.
Cuadran sus cuentas sin rostro humano a base de estrangular a millones de
personas, que quedan supeditadas a determinadas teorías económicas elaboradas
en foros donde nada importa lo que ocurre en las calles. Procediendo así el
desastre social es inevitable.
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