Cuando me encuentro con alguien (puede tener conmigo cierto grado de
parentesco) que ya me ha demostrado en anteriores ocasiones su interés teatral por
mi estado de salud, pretexto que tengo mucha prisa, y huyo de él, o ella, como
de la peor de las pestes. Estas personas disimulan muy mal que preguntan por quedar
bien, o por dárselas de más humanitarias que los demás... Cuando no puedo
evitar pararme a charlar con ellas, me limito a contestar: “estoy mucho mejor”,
cosa que es cierta, a día de hoy. Durante el tiempo en el que me encontré muy
enfermo, siempre contesté: “poco a poco”, a las preguntas de esta buena gente. Nunca
quise dar lugar a su mezquina compasión.
Por cierto, en los perores momentos de la enfermedad he aprendido mucho sobre la condición humana…
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