viernes, 22 de marzo de 2013


La paz que vivimos en España es una paz perversa. No tiene una naturaleza creadora, como la verdadera paz; no es sinónimo de convivencia social libre, constructora de ilusiones, de proyectos, de futuro. La paz que vivimos en España es una calma podrida, llena de miedo al presente, y al futuro, llena de dolor paralizante, de humillaciones consentidas sin pestañear, de bajeza moral instalada en el poder, donde todos los días se cometen injusticias e infamias ante el más indecente aborregamiento de los ciudadanos, que permanecen impasibles, idiotizados. Mientras que millones de personas viven de la caridad, un golfo se planta delante del juez y le aclara, en tono chulesco: “ahora tengo veintidós millones de euros, vale, pero su señoría tiene que saber que llegué a tener treinta y cuatro millones”, y aquí no se mueve una hoja...La paz no consiste en dar la callada por respuesta ante las continuas agresiones de la clase política, como ocurre hoy en día; no consiste en esconder la cabeza para no ver la cara de este desastre provocado para beneficio de unos pocos. En España no hay paz social; hay paz de cementerio…

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