La tolerancia ha de ser el principio básico en las sociedades donde se pretenda
convivir respetando la pluralidad de pareceres democráticos. Ahora bien, la
tolerancia de aquellos que han demostrado su afán por dinamitar la convivencia
pacífica e imponer sus principios totalitarios a los demás es una tolerancia
estúpida y suicida. Tolerar la peligrosa ascensión de esta gentuza nos costará
muy caro.
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