La verdadera cara de la globalización es que el mundo se ha convertido
en un infame circuito económico. Los indecentes beneficios de las
multinacionales se deben, principalmente, a que los talleres de fabricación de sus
productos están situados estratégicamente en países donde el trabajador es prácticamente
un esclavo. En unos países interesa contratar la mano de obra (allí al
trabajador se le paga lo justo para que no desfallezca y siga trabajando), en
otros interesa vender, y por último, en los llamados paraísos fiscales, se
deposita el dinero obtenido en este sucio negocio, a salvo de miradas
indiscretas…Allí donde hay miseria generalizada, se conculcan los derechos
humanos y existe un sistema político podrido por la corrupción, se instalan la
multinacionales depredadoras. Últimamente, hemos podido comprobar cómo empresas que llevaban decenios instaladas
en España han trasladado sus factorías a países donde la legislación laboral y
fiscal es más “compresiva” con las intenciones de sus consejos de administración…
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