martes, 16 de abril de 2013


El terrorista es la peor especie de asesino: el asesino cobarde. Su desquiciada mente de psicópata decide quién debe morir, quién debe ser sacrificado en cualquiera de los múltiples altares de la sinrazón. El atentado de Boston es absolutamente reprobable: nadie tiene derecho a colocar una bomba en medio de una pacífica multitud. Uno de los espectáculos más civiles que ha inventado el hombre, la maratón, acaba en catástrofe por culpa del fanatismo. Qué triste.

No hay comentarios:

Publicar un comentario