En la orilla, una madre hace fotos a su hijo vestido de almirante (sí,
aún hay gente que hace estas cosas), y unos recién casados brindan sonrientes y tiran las copas al mar, que las devuelve hechas añicos a la orilla. El mar
está encrespado, enfadado e inocente, el mar no quiere a nadie en sus aguas
esta tarde ventosa y fría. Quien desafíe su voluntad, que se atenga a las
consecuencias…He venido a Cala Cortina a leer los Articuentos de Juan José
Millás; he venido a refugiarme, una vez más, en este precioso lugar, que ha
sido mi favorito para leer durante años, y sigue siéndolo. Leyendo a Millás uno disfruta de la inteligencia
de un hombre bueno, de una prosa amena, limpia y sugerente; todo lo contrario
de lo que podemos encontrar cada día en la política española, en la miserable política
de esta España a la deriva. (El
gobierno del PP no ha hecho nada constructivo desde que ganó las elecciones con
un programa electoral falso. Nada.) La España de la mentira institucionalizada,
la España de las humillantes colas para comer de caridad un triste plato de
sopa, la España idiotizada, mansa, ante la traición, la España anestesiada ante
las agresiones sufridas diariamente, pendiente de la basura televisada, la España saqueada, en fin, de la mañana a
la noche, todos los días, desde hace mucho tiempo, demasiado tiempo. Esta tarde
necesitaba olvidar durante un rato tanta catástrofe.
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