viernes, 5 de abril de 2013


En la última procesión del Encuentro, una de las más emblemáticas de la Semana Santa de Cartagena, los capirotes (penitentes) fueron ridiculizados, insultados, e incluso agredidos por un grupo de borrachos que estaban de botellón, o macrobotellón, no sé cuántos hacen falta para llamarlo de una forma o de otra. (Para protestar por los injustos recortes en educación o sanidad hay que comunicarlo a Delegación del Gobierno, pero para emborracharse en la calle y dejarla llena de mierda, no. Curioso.) Un energúmeno propuso llenar de ginebra el Santo Cáliz de la Última Cena, uno de los tronos marrajos que fue acosado.
Hace un siglo que no veo una procesión (recuerdo que me gustaba ver una que se llama Procesión del Silencio), pero no olvido que las procesiones de Semana Santa de Cartagena están consideradas de Interés Turístico Internacional, y no pueden verse perturbadas por unos tipos que dedican su ocio a alcanzar la inconsciencia lo antes posible.

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