lunes, 22 de abril de 2013


Todos los gobernantes del mundo sueñan con un pueblo lleno de dóciles personas de orden. El histerismo patriótico yanqui, el patriotismo histérico televisado para amedrentar a las provincias del imperio neoliberal. La masa victoriosa jalea la detención de un tarado peligroso, aunque no tan peligroso como el director de la planta química de Texas. Ya sabemos que los previsibles bomberos no pueden compararse en espectacularidad al ya legendario FBI.

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