Para Patricio Peñalver
Cuenta Monterroso que en México trabó amistad con escritores de la
talla de Juan José Arreola y Juan Rulfo. Monterroso destaca que para estos
escritores, lo importante a la hora de calificar los textos de los amigos era
la calidad de lo escrito, no la relación de amistad, y mucho menos el amiguismo.
Pero también reconoce que estos escritores, como buenos amigos, exigían de él
lo máximo como escritor. Es decir, trataban de conseguir que diera lo mejor de
sí mismo literariamente hablando. Como buenos amigos, esperaban que alcanzaras
la excelencia literaria. Eso era lo que ellos entendían como verdadera amistad.
Monterroso confiesa que fue muy afortunado por tratar diariamente con estos
amigos escritores. Me temo que en España esta conducta no suele practicarse
mucho. Aquí, los saraos literarios suelen consistir más que en un intercambio cultural
enriquecedor, en puro compadreo masturbatorio, o en un banal comadreo estéril, donde
lo que importa es la cantidad de cervezas que me pagas con respecto a las que
te pago yo (ya sabemos que el exceso conduce a la sabiduría), y otras
cuestiones que nada tienen que ver con el silencioso y solitario acto de escribir.
El lema de dichos saraos podría ser: “De cóctel en cóctel voy, que escribir aún
no me toca, y mucho menos leer.”
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