miércoles, 17 de abril de 2013


Para Patricio Peñalver

Cuenta Monterroso que en México trabó amistad con escritores de la talla de Juan José Arreola y Juan Rulfo. Monterroso destaca que para estos escritores, lo importante a la hora de calificar los textos de los amigos era la calidad de lo escrito, no la relación de amistad, y mucho menos el amiguismo. Pero también reconoce que estos escritores, como buenos amigos, exigían de él lo máximo como escritor. Es decir, trataban de conseguir que diera lo mejor de sí mismo literariamente hablando. Como buenos amigos, esperaban que alcanzaras la excelencia literaria. Eso era lo que ellos entendían como verdadera amistad. Monterroso confiesa que fue muy afortunado por tratar diariamente con estos amigos escritores. Me temo que en España esta conducta no suele practicarse mucho. Aquí, los saraos literarios suelen consistir más que en un intercambio cultural enriquecedor, en puro compadreo masturbatorio, o en un banal comadreo estéril, donde lo que importa es la cantidad de cervezas que me pagas con respecto a las que te pago yo (ya sabemos que el exceso conduce a la sabiduría), y otras cuestiones que nada tienen que ver con el silencioso y solitario acto de escribir. El lema de dichos saraos podría ser: “De cóctel en cóctel voy, que escribir aún no me toca, y mucho menos leer.”

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