lunes, 1 de abril de 2013


Voy al INSS a realizar unos trámites. Cuando llega mi turno, me siento muy cerca de un hombre que parece que lleva el mundo encima de los hombros. La funcionaria que me atiende se levanta para ir a fotocopiar uno de mis documentos. El hombre que está a mi lado, con cara de catástrofe diaria, le dice algo a la funcionaria que lo está atendiendo, pero su voz es tan débil que no lo entiendo. (Entre este hombre y yo no hay nada, pantalla, tabique, o algo parecido, que permita garantizar la intimidad de cada uno respecto al otro.) La funcionaria le replica, tajante:

-No me traslade sus problemas, que yo ya tengo bastantes.

El hombre disminuye de tamaño mientras que le confiesa:

-Estoy solo, señorita, con alguien tengo que desahogarme.

La funcionaria lo mira despacio, como una entomóloga a un insecto desvalido, y, cogiéndole la mano, le dice:

-Bueeeno, si es por eso, cuénteme…

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