Esta tarde he estado paseando por un jardín diseñado por el arquitecto
modernista Víctor Beltrí. Me ha
resultado muy acogedor, hecho a la medida del hombre: un jardín habitable. Algunos
lugares, llenos de luz; otros, tomados por las sombras. Largas avenidas, cuidadas
con esmero, para pasear en esos días en los que sentimos que la vida es fácil. Parajes
que parecen olvidados a propósito, para
ser frecuentados en días tempestuosos y circulares, o para cicatrizar un amor no
correspondido… Bancos de colores en lugares recónditos, para perderse con un libro
o con una amante. Hay un estanque lleno de monedas. Hay niños jugando al
escondite. Pienso volver…
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