Hemingway vino a España durante nuestra guerra incivil como el que va a
un parque temático. (No fue el único). Se divirtió mucho. Los anarquistas, que
creyeron que aquel escritor borrachín los comprendía, lo llevaban a dar tiros
de pastel en la retaguardia, y además le sacaban fotos, cual valeroso cowboy… Tras
la victoria fascista, no tuvo reparos en seguir viniendo a ver los toros, desde
la barrera, claro, que era lo que mejor se le daba, apareciendo en No Do. Su
novela “Por quién doblan las campanas” es una novela folklórica. “El viejo y el
mar” es una preciosidad.
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