jueves, 23 de mayo de 2013


Hemingway vino a España durante nuestra guerra incivil como el que va a un parque temático. (No fue el único). Se divirtió mucho. Los anarquistas, que creyeron que aquel escritor borrachín los comprendía, lo llevaban a dar tiros de pastel en la retaguardia, y además le sacaban fotos, cual valeroso cowboy… Tras la victoria fascista, no tuvo reparos en seguir viniendo a ver los toros, desde la barrera, claro, que era lo que mejor se le daba, apareciendo en No Do. Su novela “Por quién doblan las campanas” es una novela folklórica. “El viejo y el mar” es una preciosidad.

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