martes, 28 de mayo de 2013

SUEÑOS ROBADOS
La herramienta de trabajo era un niño muerto. Cuando la sufrida madre pedía ver a su hijo recién nacido, le enseñaban el muertito. Otra vez será, hija mía, consolaba la monjita nazi. La espeluznante herramienta había que renovarla cada cierto tiempo: los frigoríficos eran muy rudimentarios.

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