El ejército es un tipo que no conoces, que te ordena que vayas a matar
a otro tipo que conoces menos aún, y que además no te ha hecho nada malo. En
tiempo de paz, el ejército debe permanecer en los cuarteles, y en tiempo de
guerra, en el frente. Las injerencias del ejército en la política de un país (política
que ha de tener un carácter eminentemente civil, si quiere ser considerada
mínimamente democrática), no traen buenas consecuencias. Otra cosa es lo que el
general de turno nos cuente con su voz más meliflua. Debemos desconfiar de este
hombre lleno de chatarra que viene a salvarnos de nosotros mismos. Todo esto
que digo no significa que la situación de dicho país intervenido manu militari
no sea catastrófica, puede serlo, y mucho, pero dicha situación lamentable ha
de intentar solucionarse sin que el ruido de los tanques sustituya a las
palabras de los ciudadanos. En el caso de Egipto el pueblo clama enfervorecido
a favor del ejército salvador. Pura ceguera de un pueblo a la deriva.
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