jueves, 4 de julio de 2013

Ejército, Egipto

El ejército es un tipo que no conoces, que te ordena que vayas a matar a otro tipo que conoces menos aún, y que además no te ha hecho nada malo. En tiempo de paz, el ejército debe permanecer en los cuarteles, y en tiempo de guerra, en el frente. Las injerencias del ejército en la política de un país (política que ha de tener un carácter eminentemente civil, si quiere ser considerada mínimamente democrática), no traen buenas consecuencias. Otra cosa es lo que el general de turno nos cuente con su voz más meliflua. Debemos desconfiar de este hombre lleno de chatarra que viene a salvarnos de nosotros mismos. Todo esto que digo no significa que la situación de dicho país intervenido manu militari no sea catastrófica, puede serlo, y mucho, pero dicha situación lamentable ha de intentar solucionarse sin que el ruido de los tanques sustituya a las palabras de los ciudadanos. En el caso de Egipto el pueblo clama enfervorecido a favor del ejército salvador. Pura ceguera de un pueblo a la deriva. 

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