viernes, 26 de julio de 2013

Para Victoria
DUENDE                               

Hace una mañana espléndida. El poeta contempla a la niña que baila en el tablao dispuesto para la ocasión. Sabe que es hija del cantaor que actuará esa noche para inaugurar el primer festival de flamenco que se celebra en Granada. En un momento dado, el rostro de la pequeña se contrae en una mueca de profundo dolor, sus manos se aferran al aire, desesperadas, su cuerpo es como un junco atormentado. Y Federico García Lorca, estremecido, anota en su cuaderno: “El duende es eso que no puede ser y sin embargo es”.

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