HISTORIA DE VERANO
Entre trago y trago de cerveza, el tipo cuenta a sus amigos: “Yo, si la
tía que viene caminando por el arcén de la carretera que va de la playa al
casco urbano, y viceversa, está buena, o buenísima, pienso: “pobrecilla, tan
sola”, y me sitúo con el coche junto a ella, la invito a subir, y si el bombón
acepta, le ahorro el trayecto a pie (sonrisas cómplices). Ahora bien, si la tía
es un feto malayo, yo me pregunto: ¿acaso tengo pinta de taxista?; y continúo mi
camino como si tal cosa”. Entre risotadas, sus amigos lo llaman cabronazo, y le
dan palmadas en la espalda.
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