miércoles, 4 de septiembre de 2013

En la portada del periódico que lee todas las mañanas mientras toma un café viene esta noticia: “El secuestrador de Cleveland, hallado muerto en su celda”. Entonces, el lector biempensante, progre entre los progres, firme defensor de la abolición de la pena de muerte en todo el mundo mundial, siente una inesperada satisfacción, sí, sí, es indudable, una clara satisfacción por la desaparición de semejante indeseable de la faz de la Tierra. Ruborizado, suelta el periódico como si estuviera contaminado, paga el café que no ha tocado, y huye despavorido.

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