lunes, 9 de septiembre de 2013

Estoy en un organismo oficial (no importa cuál) porque necesito realizar un trámite ineludible. Tengo delante a un tipo que protesta por lo que considera una injusticia mayúscula. Poco a poco se va cargando de razón, cada vez más violento; se gira, y, vociferando sus quejas, se dirige hacia quienes, detrás de él, guardamos nuestro turno, esperando que nos solidaricemos con su santa indignación. Ya energúmeno total, vuelve a encararse con la chica de la ventanilla y la insulta; ella, aterrada, le informa de que existe un impreso para elevar su protesta a la instancia responsable de enmendar el supuesto atropello. Y entonces ocurre lo de siempre: el españolito bravucón escupe: “¡Vamos, calla! Yo no voy a perder el tiempo rellenando impresos de mierda”. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario