domingo, 1 de septiembre de 2013

Los debates políticos televisados son monólogos en público. El tertuliano, o tertuliana, llega al plató, suelta su rollo indubitable, y al final, se vuelve a su casa pensando: “He arrasado: soy la hostia”. Y nosotros recordamos aquellos versos: “fuese y no hubo nada…”

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