lunes, 23 de septiembre de 2013

Para Vega Cerezo,
 por el comienzo de una gran amistad.

LA DAMA

Cuando su adversario toma con mano firme su preciada dama, estallan en su memoria estas dolorosas palabras:

-Ya no te quiero. Adiós. –vuelven a sentenciar, terminantes, aquellos ojos verdes irrepetibles en mitad del inhóspito andén.

Entonces, el jugador de ajedrez, encarnación de la derrota, tumba su rey, estrecha la mano de su oponente, se levanta, y limpiándose con disimulo una lágrima imperceptible y rebelde, abandona la sala de juego.

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