sábado, 26 de octubre de 2013

En España se dan las condiciones sociales, políticas y económicas idóneas para que se produzca una revolución social pacífica y constructiva. Solo falta que los ciudadanos de la humillada clase media nos decidamos a ponerla en práctica de una puñetera vez. No podemos contar ni con el lumpen narcosubsidiado, ni, por su supuesto, con los todopoderosos amos de este basurero institucional que algunos tontos televisivos con estudios llaman democracia. La pelota está en nuestro tejado, que, lleno de goteras, está a punto de caernos encima. Si esto ocurre, no habrá revolución pacífica, sino una estúpida, sangrienta e inútil carnicería, cuyas consecuencias serán nefastas. Evitémoslo.

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