En España se dan las condiciones sociales, políticas y económicas
idóneas para que se produzca una revolución social pacífica y constructiva. Solo
falta que los ciudadanos de la humillada clase media nos decidamos a ponerla en
práctica de una puñetera vez. No podemos contar ni con el lumpen narcosubsidiado,
ni, por su supuesto, con los todopoderosos amos de este basurero institucional
que algunos tontos televisivos con estudios llaman democracia. La pelota está
en nuestro tejado, que, lleno de goteras, está a punto de caernos encima. Si esto
ocurre, no habrá revolución pacífica, sino una estúpida, sangrienta e inútil carnicería,
cuyas consecuencias serán nefastas. Evitémoslo.
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