Tras el bárbaro desahucio (gritos, golpes, lágrimas, terror) él y su
hermanita están viviendo con sus padres (desempleados desde que cerró la
fábrica de yogures en la que ambos trabajaban, que trasladó sus instalaciones a
un país con trabajadores más baratos) en casa de su abuela Marta, la madre de
su mami. En el colegio aprende que es sano desayunar todas las mañanas y que, afortunadamente, vive en un país donde los ciudadanos tienen derecho a una vivienda digna. La
asignatura, recientemente incorporada al plan de estudios, se llama “Educación para una ciudadanía obediente”.
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