Un gobierno que se atrinchera en la mentira para incumplir sus
responsabilidades pierde la credibilidad necesaria para legitimarse día a día. Las
urnas otorgan el derecho a ganarse dicha legitimación diaria, cotidiana, no
legitiman incondicionalmente al partido ganador de las elecciones. Si encima
las mentiras gubernamentales son de una evidencia indecente, estamos ante un gobierno
que insulta a los ciudadanos, incluidos todos aquellos que les votaron, al
pretender que se traguen semejantes trolas.
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