miércoles, 2 de octubre de 2013

Un gobierno que se atrinchera en la mentira para incumplir sus responsabilidades pierde la credibilidad necesaria para legitimarse día a día. Las urnas otorgan el derecho a ganarse dicha legitimación diaria, cotidiana, no legitiman incondicionalmente al partido ganador de las elecciones. Si encima las mentiras gubernamentales son de una evidencia indecente, estamos ante un gobierno que insulta a los ciudadanos, incluidos todos aquellos que les votaron, al pretender que se traguen semejantes trolas. 

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