Uno de mis pasatiempos favoritos es adular a las personas que
desprecio. ¡Cuánto disfruto viéndolos apurar, ciegos de vanidad, hasta la
última gota del veneno que contienen mis palabras! Con mis amigos, y en general
con la gente que aprecio, me comporto de otra forma muy distinta; con ellos soy
sincero porque sufro si los veo vivir por debajo de sus posibilidades.
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