EL PARAÍSO PERDIDO
Suelo verlo, demacrado y sucio, sonriente, viendo jugar a los niños en el parque que está justo enfrente del solar en donde se busca la vida aparcando coches. A veces los chiquillos le tiran piedras, y entonces él se aleja, sin perder la sonrisa. Un día me dijo: lo que yo daría por volver a tener su edad, colega.
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