Los griegos deseaban unirse a los dioses, especialmente a Baco, para lo
que ingerían grandes cantidades de vino, suficientes para lograr percibir esa
unión; a este estado se le llamó entusiasmo o endiosamiento. Quien lo
practicaba, el entusiasta, estaba imbuido del numen divino. Cioran criticaba
sobre todo a los entusiastas de la Verdad, que tantos desastres han ocasionado
a lo largo de la Historia, esa "obnubilación en marcha".
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