jueves, 3 de abril de 2014

PUTA VIDA

Todas las personas que he conocido que cayeron en las garras de la drogadicción tenían dos características en común: eran buenas y débiles. La droga les arrebató la poca voluntad que les quedaba y las convirtió en espeluznantes piltrafas humanas… Algunas tardes, cuando la ambulancia me traslada al hospital para dializarme, la veo caminar deprisa, ciega, en busca de otra dosis de infierno en vena. Yo la conocí una noche de verano, cuando ella era deslumbrante, dueña de sí, llena de vida…

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