martes, 27 de mayo de 2014

Uno de los defectos más estúpidos de la democracia, un auténtico suicidio, es permitir que las serpientes que quieren destruirla puedan alcanzar puestos de poder. No, señor. Si usted quiere acabar con el sistema de libertades que representa la democracia, sus siniestras aspiraciones político-destructoras quedan PROHIBIDAS de manera terminante y sin el más mínimo complejo o remordimiento. Ya es tarde: la bicha está en el nido...

No hay comentarios:

Publicar un comentario