miércoles, 25 de junio de 2014

Si nos proponemos encontrar algo sospechoso en las palabras de alguien, siempre lo conseguiremos, pero ese empecinamiento no traerá ningún resultado político creativo… Pablo Iglesias no es un dios redentor, pero tampoco es un demonio irrecuperable. Pablo Iglesias no importa un carajo; importa lo que del sugerente programa político de Podemos se pueda poner en práctica mañana mismo.


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