lunes, 17 de noviembre de 2014

Si vamos conduciendo y el coche que llevamos delante hace una maniobra que nos pone en peligro, pueden pasar dos cosas: 1ª) Si no conocemos al conductor, lo fusilamos con una pitorrada, al tiempo que nos cagamos en sus muertos, 2ª) Si nos percatamos de que el conductor es amigo, o un conocido que nos cae bien, lo saludamos sonrientes y seguimos conduciendo tan tranquilos. En el primer caso, consideramos que hay incompetencia imperdonable, o incluso mala fe, por parte del conductor que nos pone en peligro, el muy hijoputa. En el segundo caso, solo ha sido un fallo de nuestro amigo, que es un tío cojonudo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario