Un ideólogo, da igual que sea político o religioso, es un sacerdote de
la Idea (él aspira a ser sumo sacerdote), que no duda; se limita a aprender la
Buena Nueva, para después repetirla, una y otra vez, a sus fieles o convencidos:
él los llama Pueblo o Pueblo Elegido. En los sueños del ideólogo los descreídos,
es decir, todos aquellos en quienes no cala su Tarea Evangelizadora, arden en hogueras
purificadoras…
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