Cuando yo compruebe (no permito que nadie vea la vida por mí) que los políticos
no se pirran por mandar, dejaré de criticarlos. Mientras, seguiré escribiendo
contra su afán por imponernos sus presupuestos ideológicos por encima de
cualquier otra consideración. Ni que decir tiene que esto vale para babor y
estribor, que aún siguen siendo referencias válidas para orientarse en el tormentoso
mar de la política, aúllen lo que aúllen los Boys Scouts mesiánicos.
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