Esta mañana, mientras esperaba el ascensor para ir a la consulta de
trasplante de riñón, un preso se ha situado a mi lado, esposado y custodiado
por dos guardias civiles. Tras esperar apenas diez segundos, ha preguntado:
¿Por qué no bajamos por las escaleras y así estiramos un poco las piernas? Uno
de los agentes le ha contestado rotundamente: No, que nos llevas cordones, y si
te caes, se nos cae el pelo.
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