viernes, 26 de junio de 2015

En vez de ayudarle con unas monedas, empezó a soltarle un rollo sectario y tendencioso sobre el origen de la miseria en las sociedades industriales. El pobre hombre, indignadísimo, se levantó del suelo y lo interrumpió con un par de puñetazos certeros, didácticos y moralizadores.

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