En vez de tablets, teníamos tirachinas. Nuestras madres, zapatilla en
ristre, nos gritaban: “¡Ven aquí, que te vas a enterar!”. Y algunos iban… Yo
huía, pero mi madre tenía una puntería tan precisa como la de los
francotiradores del GEO. La verdad es que éramos felices: unos cabroncetes muy
imaginativos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario