domingo, 23 de agosto de 2015

Cada preso poseía un trocito de la llave que abría la puerta de la cárcel, pero no lograban ponerse de acuerdo a la hora de elegir a la persona “idónea” para abrir… “¿Qué un violador tiene más derecho que un asesino? Te rajo, cabrón”. “¿Qué un ladronzuelo está por encima de un atracador de bancos? Vete a cagar, piojoso”. Y en este plan… Al final, abrió la puerta un concejal de urbanismo, admirado por todos los reclusos, a cambio de una comisión. 

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