sábado, 15 de agosto de 2015

Cuando el olvido no puede con la memoria, interviene el orgullo, que se obstina en negar lo ocurrido: “¿Que yo hice eso? ¿Que yo permití que semejante mamarracho me despreciara en público? ¿Que yo bebí los vientos por esa golfa de ensueño? ¡En absoluto!”. Y la memoria examina al chuleta desde los pies de barro hasta la cabeza vacía, y sonríe…

No hay comentarios:

Publicar un comentario