sábado, 22 de agosto de 2015

Me gusta leer en un banco del puerto que está muy cerca de donde se ponen, e incluso se colocan, los pescadores de caña. De vez en cuando, levanto la vista del libro, presto atención a sus conversaciones y me lo paso bomba. Esta tarde he presenciado cómo un viejecito armado con una caña que seguramente le regaló alguno de los legionarios de Escipión “El Africano”, si no el mismo Escipión, daba un repaso teórico y práctico a un nene de esos que creen que, aunque no hayas pescado en tu vida, si tienes dinero para comprar artilugios de pesca estás listo para pescar. “¿Qué es esto, abuelo?” “Esto es un carrete, pero no vale para ninguna de las cinco cañas que has comprado, atontao”. 

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