Había oído hablar de ellos. Vienen a las casas haciéndose pasar por
empleados de no se qué empresa de electricidad alternativa y baratísima que te
cagas, a la caza de personas inocentes e indefensas que les abran la puerta. Esta
mañana han venido a mi casa. Le he dicho a mi madre que se hiciera pasar por una
ancianita al borde la tumba, y ella ha interpretado el papel a la perfección…
Yo he ido detrás de ella. Cuando los tipos han pedido de mala manera que mi
madre les mostrara una factura del suministro de electricidad, he irrumpido en
escena con esta “grasia” que me caracteriza. Los tipos, válidos para desfilar
en una pasarela instalada en las fiestas de sus barrio, han preferido no pelear
conmigo su estafa evidente y desfachatada.
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