Tú eres hecho real normalizado; yo soy relato irreverente. Tú nunca
pierdes la compostura; yo me meto en los charcos para estrenar mis zapatos
nuevos; y si no ha llovido, ahí está el mar, mi confidente… Vivimos entre comas
juguetonas, puntos suspensivos en los que nos mordemos las uñas, puntos y
aparte en donde tomamos aliento para seguir adelante, siempre adelante… Nena, relájate.
No me gustaría tener que ponerte entre paréntesis un segundo, o una eternidad. No
me obligues a darte un punto final irrevocable en tus labios de caramelo.
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