miércoles, 30 de diciembre de 2015

Claro que he visto a una persona fuerte ayudar a otra débil. Muchas veces. También he visto, y no menos veces, que la débil ha sido indispensable para la fuerte cuando esta ha sufrido vahídos traicioneros. ¿Y qué ocurre entre dos débiles? Pues que no les queda otra que intercambiar resentimiento, lágrimas, risas histéricas, besos desesperados, mordiscos, puñales o nudos corredizos. Dos débiles no forjan un fuerte, aunque juntos sean menos débiles… Y después de todas estas conjeturas, reconozco que no he conocido a nadie permanentemente débil ni incansablemente fuerte. Otra cuestión interesante para repensar y mantenerme en forma.  

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