Interpretamos la realidad, turbio fenómeno vital, como nos conviene, o como conviene a otros convencidos,
y que nos convencen, de que saben lo que nos conviene; interpretamos la
realidad a bases de simplificaciones mezquinas, de relatos planos y sin
aristas, que nos dejan en buen lugar, a salvo de errores, dudas y
contracciones, tan impertinentes a la hora de conciliar el sueño de los justos.
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