domingo, 24 de julio de 2016

El grillo le impedía dormir. Blasfemando, se levantó, cogió una revista de la mesilla de noche, lo localizó con insospechada rapidez y lo aplastó sin miramientos. Contempló el cadáver durante unos segundos, satisfecho de sí mismo. Limpiando con el dorso de su mano derecha los restos del bicho que habían quedado en la revista se acostó de nuevo. Pero una vez en la cama sintió tal remordimiento de conciencia que no pegó ojo el resto de la noche.

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